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Eficinecia energética en edificios
  ¿Resulta posible trazar un camino que nos conduzca a una mayor eficiencia, y por consiguiente, a un menor consumo energético en los edificios que proyectamos?
  Antes de responder esta pregunta debemos plantearnos el porque necesitamos que nuestros edificios resulten con consumo energético mas acotado.
Desde la década del '70, durante la crisis del petróleo, hasta hoy se han planteado diversas respuestas al porque un edificio debe tener un menor consumo. Hoy no solamente tomamos en cuenta la escasez de recursos naturales renovables, sino que también se toman en cuenta aspectos tales como emisión de CO2 a la atmósfera, residuos contaminantes de fabricación y utilización difíciles de degradar, mejoras en el confort higrotérmico en el interior de la vivienda y aumento de la vida útil de la misma.
  Debemos tomar conciencia que la mayoría de los edificios que diseñemos hoy, seguramente estarán en pie dentro de 50 años, seguramente para esa época una nueva realidad permitirá a los profesionales de entonces diseñar sus edificios en una forma mas eficiente, pero es nuestra responsabilidad como profesionales contemporáneos, ser los suficientemente previsores como para impedir que nuestros edificios se conviertan en obsoletos mucho antes de lo previsto simplemente porque su costo de funcionamiento es sumamente elevado.
  Como profesionales de la arquitectura, nuestra labor no solamente se limita a diseñar un edificio estéticamente aceptable, sino que debemos tomar conciencia también que tras la encomienda de trabajo, existe una persona, familia, institución o empresa que deberá afrontar los gastos de funcionamiento que el edificio genere, no solamente desde el punto de vista energético, sino también de patologías (condensación, puentes térmicos, infiltración de aire, etc.) que se puedan presentar debidas al mal diseño constructivo. Patologías que muchas veces requieren de un gran esfuerzo económico para lograr una solución, aunque a veces esta solución resulta imposible.
Por otro lado si trasladamos el fenómeno a una escala mucho mayor nos daremos cuenta que el derroche de energía que se utiliza simplemente para acondicionar térmicamente a edificios mal diseñados toma proporciones inconmensurables.
  En casi todos los países de Europa y algunos de América hace ya tiempo que se esta trabajando en el aspecto del ahorro energético en la vivienda y sus normas se han adaptado a esta circunstancia, sin embargo en muchos de estos países estas normas no son de cumplimiento obligatorio (a excepción quizás de los planes oficiales de vivienda) y queda al criterio del profesional actuante su aplicación, pero muchas veces los propios profesionales desconocen la existencia de dichas normas.
  El aspecto más importante no es justamente la aplicación de una normativa como receta de solución a un problema que pasa por la conciencia de cada uno. Debemos tomar en cuenta que lo que ahora construyamos será la herencia que le dejemos a las generaciones futuras y por lo tanto debemos ser concientes que todos los aspectos de mejora que podamos introducir en la actualidad no solamente lo vamos a disfrutar nosotros mismos sino que servirá de precedente para introducir nuevas mejoras a futuro.
 

Otro aspecto a destacar, es que la adecuación a normas vigentes o el seguimiento de criterios de diseño que optimicen el aspecto energético del edificio no siempre resultan en una inversión mayor.

El costo de cualquier edificio esta compuesto por tres partes fundamentales, dos de las cuales se pueden prever en instancias de diseño.
  El primer termino de esta ecuación esta constituido por el costo de construcción del edificio, y dentro de este valor influye significativamente la calidad constructiva. Aunque si tomamos en cuenta un diseño optimizado (forma - volumen - orientación), seguramente el costo será igual o inferior que otro diseño poco optimizado de igual calidad constructiva. Este término es generalmente el único que le interesa al propietario o promotor del edificio.
  El segundo termino de la ecuación de costo esta constituido por el costo de funcionamiento del edificio a lo largo de la vida útil. En este punto un diseño inadecuado o de mala calidad constructiva tiene un peso importantísimo. En efecto si el costo de construcción tiene un valor 100 unidades y para esta calidad constructiva el costo de funcionamiento es de, supongamos 12 unidades por año, al final de su vida útil, 50 años, el costo final del edificio fue de 600 unidades.
  Si tomamos ahora un edificio optimizado desde el punto de vista energético pero con un valor de construcción de 110 unidades, cuyo costo de funcionamiento es de 7 unidades, el valor final de costo será entonces de 460 unidades lo cual representa un ahorro de aproximadamente el 24% en el costo total, aunque el costo de construcción fue un 10% mayor que en el primer ejemplo.
Como profesionales debemos ofrecer al propietario el panorama esperable a futuro en cuanto al costo de funcionamiento del edificio.
  Como propietarios debemos tomar conciencia que el costo del edificio cuya construcción comencemos no esta constituido solamente por el importe a desembolsar durante el periodo de construcción y que los errores de diseño o aspectos constructivos se pagarán durante el resto de la vida útil del edificio.
 
Por ultimo, el tercer término de esta ecuación lo constituye el costo de las reparaciones o adecuaciones que debamos realizar debidos a errores de diseño que derivan en patologías. Este último aspecto seguramente será difícil de cuantificar de antemano pero podemos estar totalmente seguros que la aparición de algunas de estas patologías se puede impedir en la etapa de diseño a partir de un estudio conciente de su origen.
Creo yo que ahora si estamos en condiciones de responder a la pregunta original, pero siempre a partir de un compromiso (tanto actuando como profesionales como en el rol de propietarios) relacionado con el ahorro energético.
Las reglas del juego están dictadas y los elementos que nos permitirán tomar una decisión acertada están a nuestro alcance, simplemente deberemos aprender a utilizarlos.
Arq° Jose Reyes